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Conflictos navales

Conflictos navales en el golfo de Corinto durante la guerra del Peloponeso (429 a.C.)

Durante el tercer año de la guerra del Peloponeso en la región de Etolia-Acarnania se preparaban conflictos abiertos entre ambracios y acarnanes. Los ambracios, que ya dominaban el campo de Anfiloquía desde 430 a.C., no habían conseguido entonces conquistar la ciudad, la cual estaba en poder de los acarnanes. Estos últimos, con la ayuda de Atenas, mantenían a raya los ataques, así que los ambracios pidieron apoyo a Esparta. Esparta, ante la expectativa de dominar Etolia-Acarnania, aceptó su petición de ayuda.
Las preparaciones militares
Los atenienses, viendo el desarrollo del conflicto en Etolia-Acarnania, habían enviado al almirante Formión con 20 trirremes a patrullar en el golfo de Patras. La posible conquista de Naupacto por parte de las fuerzas atenienses era especialmente temida por los espartanos. Con el control de la ciudad, los atenienses aseguraban no sólo las vías comerciales hacia sus colonias en Córcira y Sicilia, sino que al mismo tiempo tenían la posibilidad de dar un golpe a Corinto, uno de los aliados más fuertes de Esparta. Por la misma razón, Naupacto parecía a los espartanos tan importante como el dominio de las tierras de Etolia-Acarnania. Así que juntaron unos 1.000 hoplitas encabezados por el general Cnemo, con la intención de desviar la atención de Formión y desembarcar en Etolia-Acarnania pasando por Léucade. Así se hizo, pero Cnemo no consiguió un desenlace victorioso en el conflicto con los acarnanes, debido a maniobras apresuradas, por tanto se retiró. Mientras tanto, la fuerza naval principal de los lacedemonios, calculando que el ateniense Formión dividiría sus fuerzas para ayudar a los acarnanes frente a la amenaza de Cnemo, salió de Corinto con 47 naves y se dirigió al oeste, hacia el golfo de Patras, donde desembarcarían para apoyar a las fuerzas de Cnemo.
El primer conflicto: El combate naval de Patras, 429 a.C.
El encuentro de las dos flotas tuvo lugar en el golfo de Patras, en alta mar, después de un largo rato de navegación paralela. Los espartanos creían que gracias a su superioridad numérica, Formión no atacaría. Por el contrario el almirante ateniense tenía la intención de aprovechar al máximo la diferencia cualitativa de las dos flotas: los 20 trirremes de los atenienses eran naves de guerra por excelencia. Por otro lado, la flota de los lacedemonios contaba principalmente con naves comerciales, que tenían capacidad de transporte de un gran número de hoplitas. Formión empezó su ataque al amanecer, al noroeste de Patras, en el punto donde la flota peloponesiaca procuraba pasar a Etolia (antes de Río-Antírrio). La ofensiva ateniense halló a los lacedemonios en alta mar, mientras que al mismo tiempo se vieron obligados a enfrentarse al viento y el oleaje. Formión sabía que en las mañanas en el golfo de Patras soplaba viento del noreste, así que intentó aprovechar los elementos naturales. Viendo la flota ateniense dispuesta para el ataque, los espartanos siguieron la táctica de Euribíades en la batalla de Artemisio (480 a.C.): formaron un círculo, colocando en el centro las naves auxiliares que eran inadecuadas para una batalla. Pero el fuerte viento noreste forzó las naves espartanas a arrimarse tanto, que les era prácticamente imposible maniobrar. En ese momento Formión atacó con sus versátiles trirremes, hundiendo muy pronto el buque insignia de la flota peloponesiaca. La victoria de los atenienses era segura.
El segundo conflicto: El combate naval de Naupacto, 429 a.C
Después de su derrota, los lacedemonios atracaron en la región de Río y se unieron a la flota de Cnemo alcanzando así las 77 naves. Los atenienses habían atracado con 20 trirremes enfrente, en la región de Antírrio. El cuartel general de los peloponesios, temiendo una nueva ofensiva de Formión, decidió adelantarse y desplegar su flota en grupos de cuatro al oeste del Golfo de Patras, haciendo así visible su intención de atacar Naupacto. Formión, viendo la amenaza contra Naupacto, reordeno la flota y se dirigió a la costa de Lócrida, colocando sus naves en línea recta. La batalla comenzó con los lacedemonios presionando a las naves atenienses y conduciéndolas a aguas de poca profundidad. Nueve de ellas vararon en la orilla, mientras las fuerzas peloponesiacas trataban de capturarlas. Entonces se precipitó la infantería mesenia, que había acampado en el lugar para ayudar a sus aliados atenienses. Así atacó a los lacedemonios, que trataban de desalojar de la costa las naves atenienses capturadas. De esta manera consiguieron devolver a las fuerzas atenienses muchas de aquellas naves. En el otro frente de batalla, las restantes 11 naves atenienses se lanzaron hacia Naupacto, perseguidas por 20 peloponesiacas. Cuando todo parecía indicar la dura derrota de los atenienses, según Tucídides, ocurrió algo inesperado: la nave leucadia, mientras perseguía la última trirreme ateniense, se vio interceptada por una nave comercial que navegaba por allí. Entonces el trirreme ateniense, dando una vuelta completa alrededor de la nave comercial, logró embestir el lado de estribor de la nave de la alianza peloponesiaca. Al ver esta maniobra, las demás naves atenienses se precipitaron con gran ímpetu contra los lacedemonios. Esto provocó una gran confusión entre los lacedemonios, que perdieron la batalla, a pesar de que todo indicaba lo contrario.